¿Cómo ganar puntos en la gamificación?

Para ganar puntos, los estudiantes pueden realizar diversas actividades.
Al seleccionar las tareas a realizar por ellos, deberás considerar la edad de los alumnos,  cómo es el grupo, qué cosas los motivan, que está permitido hacer en la institución y  numerosos otros factores.

Te pongo un ejemplo: en una escuela que trabajé, a la mayoría de los chicos les resultaba indiferente ser el ayudante del docente, por lo que no tenía sentido que yo pusiera esta tarea como un premio a canjear. Otro ejemplo: me pasó en una institución que no me daban el permiso para darles a los chicos tiempo extra de recreo en el patio, por lo que tuve que pensar de qué manera saltear esta prohibición absurda en otras estrategias.

Ahora es el momento de dejarte una lista de ideas posibles para que los chicos comiencen a ganar sus primeros puntos:         

Poner nombre y número a la hoja de carpeta

Durante un tiempo determinado (una o dos semanas), podés pedir la carpeta a cada uno de tus estudiantes y sacar, frente a ellos, una hoja “random”. Si justo esa hoja tiene nombre y número, se llevan un punto.

DISCLAIMER: a ver, ya te escucho diciendo, ¿cuánto tiempo me va a llevar hacer eso? ¿cuándo enseño? ¡Calma! No necesitás hacerlo todos los días, con que lo hagas una vez, ya está. Si vos no les decís a los chicos cuándo controlarás las hojas, los obligás a tener la carpeta siempre presentable jeje.

“Estar entre los primeros quince que se forman cuando toca el timbre de finalización del recreo”.

¿No te pasó que toca el timbre y los chicos “hacen oidos sordos” y siguen como si nada? Y vos te ponés a gritar como desquiciado, pero lo único que lográs es quedarte sin vos.

Para solucionar esto, esta propuesta es fantástica. La gran mayoría de los chicos quieren ganar puntos así que apenas suena el timbre, todos irán corriendo a formarse. Es más, por experiencia propia te digo que algunos chicos incluso ya estarán formados antes de que toque el timbre.

Por supuesto que podés modificar esta idea y en lugar de que sean los primeros quince, podés darles un punto a todo el grupo si todos están formados en un tiempo determinado.

Podés no avisarles cuándo chequearás la formación, así los motivás a formar durante toda la semana.

“Tener organizado el espacio personal antes de salir al recreo”

Es importante precisar qué implica un espacio organizado, para evitar reclamos posteriores por parte de los niños. Por ejemplo, podés decirles que considerarás que los útiles estén guardados dentro de la cartuchera, que no haya papelitos en el piso alrededor de la mesa, que la mochila está cerrada, que la campera está acomodada y prolija en el respaldo de la silla o en el perchero. 

Este ítem es importante que, en un principio, sea avisado (al menos el día), ya que requiere una labor activa por parte de los estudiantes para poder cumplirlo. Luego, si lo incorporan como hábito, podés ir avisando cada vez menos hasta que sea totalmente de sorpresa.

“Tener todas las hojas dentro de la carpeta y no debe haber nada suelto”

Este ítem podés solicitarlo de forma sorpresiva y resulta divertido para los estudiantes ¿Por qué? Porque para observar si cumplieron, levantás su carpeta y dejás las hojas colgando hacia abajo para ver si se cae algo por la fuerza de la gravedad.

DISCLAIMER: acá hay algunos comentarios que te quiero hacer. El más importante tiene que ver con el modo en que llevás a cabo esta propuesta. Nunca levantes la carpeta sin su permiso. Recordales que la propuesta es optativa. No les zamarrees la carpeta para todos lados: es un ligero movimiento de vaivén. ¡Sólo falta que le rompas sus materiales!

Parece una tontería aclararlo pero me he encontrado con docentes que evidentemente no saben tratar con chicos o no tienen el tacto suficiente para darse cuenta que no la están pasando bien con sus ideas. 

“Ordenar la mochila”

Te propongo que les avises a los estudiantes que durante la semana, uno de esos días de forma sorpresiva, los invitarás de forma optativa a mostrar la mochila.

Para precisar la observación, les podrás indicar que para ganar puntos, no deberá haber hojas sueltas, restos de comida, cosas arrugadas. 

Podés llevar a cabo esta evaluación junto con el estudiante para no cargarte con el peso de determinar si es cumpió o no con la consigna.

DISCLAIMER: volvemos al tema del cuidado. En primer lugar, no toques ni metas mano en su mochila (no está de más decirlo). Invitalo a mostrarte los distintos espacios de la misma. Que esta propuesta no se quede en un cumplimiento de la consigna, sino en un momento ameno. Podés hacerle chistes respecto a lo que aparece en la mochila. Le podrías decir: che ¿cuándo fue la última vez que esta mochila se fue a bañar? o también ¡esa pera medio podrida me parece que te la dí cuando empezaste primer grado!

“Colaborar con el orden, organización y limpieza del aula de forma frecuente, sistemática y visible para el resto”

Esta consigna la fui modificando una enorme cantidad de veces hasta que resultara efectiva. Porque lo que me pasaba era que los chicos me decían: “levanté un papelito, ¡quiero mis puntos!”

Para que esta consigna sea fácil de chequear para vos, que sea el grupo el que determine quién cumplió. Para ello les dirás que entregarás puntos a todos los estudiantes que durante la semana ordenen, organicen y limpien el aula en forma frecuente. Además los invitarás a que ellos mismos avisen o cuenten a sus compañeros lo que están haciendo a fin de que luego haya un registro en la memoria, sobre su colaboración.

Cuando llega el viernes, preguntás al grupo a quién desean nominar (se puede nominar también el estudiante en cuestión) y lo anotás en el pizarrón. Si el grupo avala esas candidaturas (o nadie la refuta, incluyendo el docente), el estudiante gana sus puntos. 

“Traer todos los útiles escolares a clase”

Esta consigna no reviste mayores dificultades. Podés pedirles un día random que dejen sobre sus escritorios, los útiles indicados (lápiz negro, regla, goma, birome, sacapuntas, pegamento) y mirás rápidamente quién cumplió y quién no. Si esta tarea te lleva mucho tiempo, podrías simplemente preguntar si todos trajeron los útiles y darles el puntaje a todos. PERO ACLARARLES que si llegás a descubrir que alguno mintió, dicho estudiante perderá todos los puntos acumulados.

“Detectar y comunicar al docente, que está dando una explicación incorrecta”

Este ítem podrás o no, avisarlo con anticipación. Si decidís hacerlo de forma sorpresiva, obligás a los estudiantes a estar atentos durante toda la semana. ¡Quizás sea mucho! Por eso te sugiero que, en un comienzo, les digas que durante la clase dirás algo incorrecto y ellos deberán indicarlo y corregir el error.

Es importante que te tomes cinco minutos antes de la clase, para saber qué tipo de error introducirás (que pueda ser detectado por el estudiante en función de sus saberes previos o porque se trata de un error de carácter lógico) y en qué momento lo presentarás al grupo.

En caso de que ningún alumno haya detectado el problema, es importante que no cierres la clase, sin haber aclarado y rectificado el error. Si no lo hacés, además de generar confusión en el estudiante, puede que recibas una “notita” de la familia diciendo que a su hijito le explicaste mal. 

IMPORTANTE: en la planificación que entregás al equipo directivo, avisá que llevarás a cabo esta estrategia. Así, en caso de problemas posteriores con familias o si un directivo va a observar tu clase, que sepa que estaba previsto de antemano.

“Copiar todo lo que se hizo en clase y hacerlo de manera prolija y legible”

Esta propuesta se explica sola. En realidad no tiene gran ciencia. Eso sí, me gustaría dejarte algunos consejos.

Si vos querés que esta actividad sirva para dar puntos a la gran mayoría del estudiantado, deberías entonces contemplar que sea poco lo que vas a copiar o darles el tiempo suficiente para que lo logren hacer y de manera prolija.  Y es muy importante que aclares qué es para vos algo prolijo, porque seguramente tu criterio no es el mismo que el de tus alumnos. Podés decirles que la letra debe ser legible, que tienen que usar regla y distribuir bien los espacios (así se vuelve un poco más precisa la observación).

Además es muy importante que les digas cuánto tiempo tienen para hacerlo y que coloques un reloj (puede ser digital) que los chicos puedan ver (también podrían recurrir a su celular o reloj) para administrar mejor su tiempo. No olvides que los niños (por supuesto, según su edad), no tienen la misma percepción del tiempo que los adultos.

“Traer el cuaderno de comunicaciones todos los días de la semana”

Si querés promover que los chicos traigan el cuaderno, podrían proponer esta idea. Eso sí, tendrías que buscar la manera de chequear que sea fácil el control y que no te insuma mucho tiempo.

Por ejemplo, el cuaderno de comunicaciones podría tener pegado un número en el lomo entonces al hacer la pila (ordenada numéricamente) en el escritorio del docente, es fácil y rápido chequear quién no lo trajo.

Deberías prever también qué sucede con los niños ausentes durante algunos días de esa semana. ¿Participarían de todos modos de la propuesta? 

“Traer la taza limpia”

¿Recordás que un poco más arriba en este post te dije que la propuesta es adaptable a cada contexto? Bueno, este es el caso. 

Lo de la taza limpia se da mayormente en la escuelas públicas o escuelas de doble jornada en donde los chicos traen la taza del hogar para tomar la leche (porque a veces en sus casas no tienen cubiertas sus necesidades básicas). 

Lo que sucede habitualmente es que no lavan la taza en su casa y ésta viene sucia del día anterior. ¡Tanto se podría decir sobre el acompañamiento de las familias! Pero no es el lugar. ¡Sigamos!

Por eso se les puede pedir a los chicos que antes de tomar la leche, dejen todas sus tazas juntas, lo que te permitiría revisar rápidamente quién cumplió con la consigna.

“Pasar lo que se hizo en clase”

Cuando un estudiante falta, necesita poder ponerse al día copiando lo que se hizo en clase y/o recuperando las fotocopias.

Actualmente hay un problema grave que tiene que ver con que, pese a tener tanta tecnología y redes sociales, la comunicación efectiva y de calidad, está en sus peores momentos.

Cuando yo iba a la primaria, allá por los años ’90, si faltaba a clases iba caminando a la casa de un compañero para pedirle la tarea. Yo no tenía ni siquiera teléfono fijo.

Hoy por hoy hay dos problemas. El primero es que las familias han asumido que son los adultos quienes deben conseguir la tarea para que copien sus hijos, incluso cuando los niños ya tienen 10, 11 y 12 años y cuentan con celular propio y con todos los contactos de sus compañeros

El segundo problema radica en que si los chicos se abocan a esta tarea, es muy probable que no logren que sus compañeros, dentro del grupo del que participan, les pasen lo que se hizo en clase. Puede que no les contesten, que les digan que no se hizo nada o simplemente que no lo recuerden. Es que los estudiantes de hoy en día no consideran al celular como una herramienta educativa, entonces por más que la respuesta esté al alcance de un clic, probablemente no hagan el esfuerzo necesario.

¡PERDÓN QUE ME EXTENDÍ TANTO! Es que quise poner de manifiesto la importancia de lograr que los chicos puedan cumplir este objetivo.

Teniendo en cuenta lo arriba expuesto, ¿cómo lograrlo?

Luego de mucha experimentación, descubrí que un buen método consiste en pedir la carpeta al alumno que se ausentó, ver si tiene copiado lo que se hizo y preguntarle quién se lo pasó o quién lo compartió en el grupo de Whats App.

Sin embargo, esta idea lleva tiempo para el docente, quien debe estar pendiente de quien se ausenta y de que, al volver, tenga todo copiado.

Si descubriste alguna estrategia que requiera menos tiempo y/o esfuerzo, ¡te invito a compartirla en los comentarios! 

“Usar palabras de cortesía con docentes y compañeros”

Esta actividad implicaría explicarles a los chicos que evaluarás que utilicen expresiones como: “Por favor”, “perdón”, “gracias”, “lo siento”, “¿te podrías correr?”.

Aquí es MUY DIFÍCIL chequear el cumplimiento de esta consigna porque deberías estar atento respecto a todas las interacciones que tiene el estudiante durante la semana. ¡Imposible! Además, ¿cómo harías para chequear si durante el recreo mientras jugaba a la pelota, pidió permiso o dijo “por favor”?

Por eso una estrategia sería confiar en el grupo, tal como te expliqué en este apartado: “Colaborar con el orden, organización y limpieza del aula de forma frecuente, sistemática y visible para el resto”

Así, la acción individual del estudiante es evaluada por sus compañeros y se incrementan las posibilidades de observar si cumplió o no con la consigna. Por ejemplo, una niña puede decir: “-sí, a mi Juan me dijo por favor, cuando me pidió prestado un útil”.

“Cumplir con tareas y/o trabajos prácticos”

Esta propuesta se puede adaptar para cualquier tarea que el docente pida en forma sistemática. Es fácil de chequear ya que implica registrar si los estudiantes entregan en la fecha acordada o cumplen con los requisitos que el docente solicitó previamente.

Se pueden agregar algunas cuestiones interesantes, por ejemplo que el estudiante pueda ganar algún punto adicional si entrega el TP antes de la fecha límite. Esto suele motivarlos mucho, aunque es importante decirles que no lo podrán entregar el mismo día (para que no lo hagan en clase) y que no, por apurarse a terminarlo, deberán hacerlo desprolijo o con el mínimo esfuerzo.

“Lograr que la familia firme las notas del cuaderno de comunicaciones”

Aunque parezca increible, en ciertos contextos las familias parecen no hacerse cargo de lo escolar. Simplemente pareciera que sienten como única responsabilidad depositar  a los chicos en la escuela e irlos a buscar (y a veces eso tampoco lo hacen con regularidad).

Por eso aquí la propuesta es motivar a los estudiantes para que ellos insistan a sus padres para que les firmen las notas y así den cuenta de estar “al tanto” de lo que sucede en el colegio. 

¡Ponele humor! Les he propuesto a los chicos que para que sus padres recuerden firmar el cuaderno, pueden dejárselo junto con una lapicera, en lugares del hogar que los adultos transiten con frecuencia, a saber:

1) dentro de la cama de los papás 2) sobre la cocina (apagada, ¡nadie quiere un incendio!) 3) dentro de una olla de uso diario. 4) colgando el cuaderno con un hilo, cerca de la puerta.

La verdad es que si no le ponés humor, sólo te resta indignarte frente a esta falta de compromiso. Y no vale la pena angustiarte por algo que la otra parte ni siquiera registra.

“Traer el uniforme o guardapolvo durante una semana”

Aquí me he encontrado con un par de argumentos frecuentes por parte de las familias. El más común es: ¡Mi mamá lo puso a lavar! (en la mitad de la semana, ¿por qué no lo lavaron el fin de semana? En fin…)

Otro argumento recurrente es: “Lo dejé en la casa de mi papá” (tal vez tener dos guardapolvos, uno en cada casa…)

“Lograr que la campanita no suene más de cinco veces”

Esta propuesta es fabulosa y muchas veces mis colegas me han preguntado cómo logro que los chicos trabajen en silencio. Pues bien, es hora de develarles el secreto:

Uso una web que se llama Classroom Screen

Se puede usar tanto con PC como con el celar (desde el navegador web).

Si bien tiene millones de herramientas útiles (y gratuitas) para mí la más destacada es el medidor de ruido:

Tené en cuenta que:

  • Una vez que la campana suena, hay un tiempo de tolerancia en el que el micrófono no registra. Esto está diseñado a propósito para evitar que suene de forma continua. Lo podés observar en el círculo de color que se forma alrededor de la campana. Es conveniente que los chicos no tengan este medidor a la vista porque lo primero que van a hacer (con total seguridad), una vez que sonó, es gritar como desquiciados hasta que se termine el tiempo off.
    Y aunque les encante tomar como desafío ver quién es capaz de gritar sin que suene nuevamente la campanita, por el bien de tus oidos 🙇‍♂️ (y de los otros cursos que te rodean), ¡es mejor que no lo hagan!
  • El programa registra numéricamente cuántas veces sonó la campanita y lo muestra en pantalla. Esto es fantástico porque si te ausentás del aula por un momento, el micrófono seguirá activo registrando.
  • No te alejes mucho de tu teléfono o compu. Lo primero que harán tus estudiantes es acercarse sigilosamente a desactivar el micrófono. ¡Son pillos! Bah, ¡son chicos!
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