Hace ya algún tiempo tuve a mi cargo un quinto grado en una escuela de la ciudad de Buenos Aires. En ese entonces daba las áreas de Lengua y Ciencias Naturales.
Se acercaba fin de año y ese año se llevaba a cabo la Feria de Ciencias, en donde toda la escuela exponía a la comunidad educativa las distintas producciones que realizaban los alumnos.
Usualmente yo era el que llevaba las propuestas e intentaba motivar a los chicos para que las hicieran con entusiasmo. Sin embargo esta vez les dejé a ellos el protagonismo, sin saber lo que podía llegar a pasar.
Recuerdo claramente ese momento, cuando le dije a mis alumnos:
–Chicos, en tres semanas tenemos la Feria de Ciencias: todos los grados van a preparar algo; nosotros estamos viendo los seres vivos.
-Y a ustedes… ¿Qué les gustaría hacer para mostrar a los demás?
Se dividieron en grupos y pensaron largo rato. Luego, pensaron un poco más… finalmente surgieron varias propuestas:
-Vamos a hacer caracoles en porcelana fría (esto lo habían aprendido en Plástica) para entregar a modo de souvenirs.
-Vamos a traer bichos y los vamos a hacer competir en una carrera de obstáculos.
-Ah y vamos a hacer un sorteo y vamos a llevar un regalo para rifar entre los presentes.
Bueno, ahí fue cuando yo pensé cuánto de “Ciencias”, de “Método Científico” podía implicar una actividad plástica y otra lúdica pero los dejé seguir, ya que el entusiasmo era mucho. La motivación era lo más difícil de conseguir, luego me preocuparía por el contenido.
Nunca voy a olvidar el día del estreno. El aula donde hacíamos la muestra estaba llena de gente; los chicos habían asumido un rol protagonista y guiaban a los papás a las distintas mesas en donde habían colocado sus producciones.
¡Eran verdaderas obras de arte!
(Lamento no haber conservado un registro fotográfico)
Lo que más me asombró fue ver que cuando a los niños se les da protagonismo, son capaces de cosas extraordinarias. Y este entusiasmo tuvo su fundamento en que fueron ellos los que tomaron la iniciativa en cuanto a lo que querían hacer.
Tengo que mencionar que pusieron a competir a un cienpiés y a un escarabajo en un túnel que ellos mismos habían diseñado. ¡Inolvidable!
Y en el momento de la despedida, uno de los chicos dijo que era el momento del sorteo.. y gritando a viva voz (un chico que usualmente se caracterizaba por ser introvertido) convocó a todos los presentes a que se acercaran para determinar el ganador.
Llegado a este punto de la lectura, querido lector, me dirás: todo muy lindo, pero….. ¿y los contenidos?
Resulta que a partir de este interés genuino retomamos luego el tema y abordamos los contenidos que correspondían a la experiencia que habían realizado.
Esta experiencia me dio mucho para pensar, sobre todo lo que me quedó grabado a fuego que es posible lograr el entusiasmo, el compromiso y la autonomía en los chicos pero para eso hay que darles libertad, no cortarles el vuelo; hay que encontrar el modo amable de canalizar sus intereses. Una vez que la curiosidad prendió mecha, todo es posible de hacer…
¡Propongamos a los niños experiencias significativas que nunca olviden!