La calidad educativa y la falta de tiempo

El título resume en pocas palabras una realidad que atravesamos los docentes argentinos, que es el poco (o nulo) tiempo que tenemos los docentes para ser verdaderamente competentes en nuestra tarea.

Es bien cierto que la mayoría de los docentes tiene una carga horaria extenuante, básicamente están 8 horas frente a un grupo de alumnos. Todo ese tiempo es dedicado exclusivamente a enseñar. Ahora viene la pregunta: ¿enseñar que…?

La respuesta sería: “lo que aprendieron en la Universidad o en el Instituto”. Sin embargo, la realidad es que muchos desconocen que dichas instituciones formadoras NO ABARCAN TODOS LOS CONTENIDOS QUE LUEGO EL DOCENTE SE ENCARGARÁ DE ENSEÑAR sino sólo aquellos nucleares, más relevantes o que requieren un mayor tiempo de abordaje. Entonces hay una cuota de saberes que el docente debe estudiar por su cuenta. De eso no hay duda para quien se dedica a esta tarea, pero es algo que muchas familias (por no decir gran parte de la sociedad), ignora. Piensan que al recibir el título uno cuenta con todos los conocimientos necesarios para ejercer su laburo.

Tampoco olvidemos que aunque el docente hubiera sido formado en el tema que debe enseñar, el conocimiento rápidamente se habría vuelto obsoleto, por lo que sería necesario actualizarse…

Ahora bien, tomando esta premisa como válida, cualquier persona podría pensar: bueno, si no se formaron en su momento, dedicarán su tiempo “libre” a estudiar los temas que luego tienen que enseñar puesto que no se puede enseñar algo que no se sabe. Y sí, este punto es indiscutible, pero la realidad vuelve a poner las cartas sobre la mesa. ¿En qué momento un docente puede estudiar si trabaja ocho horas al día y las dos o tres horas que le restan las usa (con justo criterio) para su familia o para tareas de su vida cotidiana? 

¡No olvidemos que el maestro también es un ser humano! 😌

 

De todas maneras, dejemos volar la imaginación y supongamos que un profesor decide, como se ve en las películas, ignorar a su familia o desistir de sus necesidades más básicas, en pos de su vocación. Así, tendrá entonces esas dos o tres horitas diarias que lo harán convertirse en un excelso profesor ¿O no?

Veamos, en un día de ocho horas es posible que el docente tenga que enseñar, por poner un ejemplo,  Matemática y Ciencias Naturales en 3er grado y Lengua y Sociales en 7mo grado. Para el día siguiente deberá entonces, preparar cuatro clases distintas. Si dedica dos horas a estudiar los temas (que en realidad no es nada), le queda una hora libre. En esa hora debería pensar las actividades, hacer la planificación, sacar fotocopias (y recortarlas), corregir las tareas del día anterior y otra lista de requerimientos burocráticos (boletines, informes, etc).  Es más, si decidiera hacer un juego o llevar un recurso lúdico (para que nadie dijera que su trabajo es mediocre y “tradicional”), necesitaría más tiempo todavía.

¿Realmente alguien puede creer que al docente le alcanzaría el tiempo?

El cambio que se necesita es profundo. Básicamente requeriría que un docente no tuviera permitido estar 8 horas dando clases. Como máximo se le debería pedir una jornada de 4 o 5 horas y el tiempo restante que fuera pago dentro de la institución. De este modo, los profesores seguirían en la escuela y ese tiempo lo podrían dedicar a preparar sus clases.

¿Por qué esto no ocurre? Porque el gobierno no está dispuesto (ni lo estará, lamentablemente) a hacer semejante inversión educativa, que no solo implicaría aumentar al doble el sueldo de los docentes sino invertir en infraestructura, personal y mayores recursos para la educación.

Que el gobierno no lo entienda (u opte por soluciones “mágicas), es razonable. Pero que la sociedad no banque a sus maestros, la verdad es que duele….

Y vos… ¿qué pensás?

¡Te invito a dejar tu opinión en los comentarios!

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x
Scroll al inicio